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Channel: Mitología Asturiana
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IÑIGO NORIEGA UNA VIDA DE LEYENDA (QUINTA GUADALUPE)

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Lleva el nombre de una mujer que nunca llegó a verla terminada. Guadalupe Castro, la esposa de don Íñigo Noriega Laso, insigne empresario, bautizó y puso color mexicano al que es uno de los edificios más destacados de la arquitectura indiana de Asturias. La casa azul que refulge en Colombres, hoy convertida en Archivo de Indianos después de vivir mil historias y avatares.


 Esta villa de verdes y surtidos jardines en los que no faltan las palmeras ni otros árboles llegados del Nuevo Mundo, recibe hoy a turistas interesados en la arquitectura indiana y en la emigración que hizo posible esos esbeltos palacetes que se levantan a lo largo de la cornisa cantábrica. En el pasado, fue símbolo de ostentación y lujo, pero no llegó a ser, sin embargo, un auténtico hogar.

 La casa de veraneo que mandó construir Íñigo Noriega Laso, aquel chaval de Colombres que en 1867 tomó rumbo a México para hacer fortuna, nunca tuvo mucha vida. Pese a los muebles importados de Londres y París, las colecciones de pintura y porcelana y hasta la recargada decoración árabe del patio, lo cierto es que la casa apenas sí fue disfrutada por el indiano y los suyos. Y eso que la villa es más que un edificio de talla. Obra del arquitecto santanderino Lavin Casalis, uno de los mejores de la época, no es sólo un lugar confortable con todo tipo de servicios, no es sólo un palacete de inmensas escaleras y ricos artesonados, es también en cierta forma un retrato de la aventura de quien quiso levantar una casa en su pueblo después de hacer las Américas.


 Íñigo Noriega hizo mucho dinero en México, y su azarosa vida se tiñe de leyenda. Cuentan que su fortuna tuvo un principio de lo más peliculero: para burlar una ley que ordenaba el cierre de las puertas de las cantinas a las doce de la noche, optó por quitarlas de su establecimiento. Así de fácil. A grandes males, grandes soluciones debió pensar el de Colombres, que más tarde afrontó la difícil empresa de desecar el lago Chalco para hacer una gran explotación agrícola. Se hizo con haciendas, con minas, con fábricas de textiles, con ferrocarriles e incluso bautizó en el país azteca una ciudad con el nombre de su pueblo. Cuentan que era un hombre sin miedo, con el aire pendenciero del oeste americano al que nada se le ponía por delante. Pero además de negocios, también tuvo tiempo para otros menesteres. Guadalupe, la mujer con la que se casó, le dio once hijos, aunque dicen las malas lenguas que pudo llegar a ser padre de un centenar de críos, a siete de los cuales reconoció en su lecho de muerte.

 El caso es que ese hombre osado -que, por cierto, tuvo como patrón en una de sus minas a Emiliano Zapata y cuando visitaba la hacienda, el revolucionario era el encargado de sujetarle el estribo- tenía grandes amistades en el México de la época, empezando por el presidente. Porfirio Díaz nunca llegó a visitar Colombres pese a que la casa siempre estuvo preparada y llena de sirvientes para recibirle.


Era Noriega un hombre fiel al presidente que montó un sinfín de compañías e incluso se encargó de construir el ferrocarril entre Puebla y Ciudad de México. Con su propio ejército y con una de las mayores fortunas de la segunda mitad del siglo XIX, la revolución acabó en 1913 con su suerte y comenzó su decadencia. Vio cómo expropiaban sus bienes y tuvo incluso que emigrar a Nueva York, antes de morir en 1920 después de construir una casa espléndida que casi no disfrutó.
Claro que antes de que todo eso ocurriera dejó huella en su pueblo. «Cuando se construyó la casa, Colombres era una aldea que no tenía servicios de ningún tipo»...  «A partir de la casa se construyeron los servicios de alcantarillado, de agua, de electricidad... Colombres llegó a tener los mismos servicios que Oviedo o Santander, algo que era realmente increíble para un pueblo hace cien años».


Y es que Colombres, aunque con más arquitectura indiana que mostrar, ha crecido con esa casa que oculta en sus paredes mucho más de lo que parece de la aventura americana. Están sus piedras llenas de simbolismos que retratan la vida y milagros de su dueño. El comercio, la industria, la agricultura, la mar, América y Asturias están presentes en la decoración a través de alegorías, como una mujer con una rueda dentada, que representa el mundo fabril, y se puede ver en el frontón. Hay más guiños en la quinta que incluso ofrece un itinerario geográfico que va desde Asturias a América y que muestra el mar -con especial presencia en toda la casa- y alusiones a la navegación. Son infinidad los detalles grabados en estucos o relieves y todos tienen un porqué.


 El caso es que tanta ornamentación, tanto derroche y tantas habitaciones, balcones y vidrieras en una casa azul que tenía hasta un cuarto de madreñas, no las gozó don Íñigo, sino otros, los que llegaron después. A su muerte, se convirtió la finca en un sanatorio neuropsiquiátrico. «El sanatorio Quinta Guadalupe cumple sobradamente todas las condiciones de higiene y de confort que exige la índole de padecimientos a cuyo tratamiento se destina», se leía un folleto de los años veinte que anunciaba los servicios de un lugar idílico, «situado en plena campiña y sobre una hermosa altiplanicie de 200 metros de elevación sobre el nivel del mar...». Todo un lujo, sin duda, con precios nada asequibles: «En primera clase, 25, 30, 40 y 50 pesetas diarias según habitación».

Pero el viejo inmueble que por fin fue habitado aún tenía más avatares por vivir. No se quedó en clínica y se convirtió después en orfanato hasta que, en 1986, se creó la Fundación Archivo de Indianos,

Fuente visitada www.elcomercio.es

CANDÁS Y RIBADESELLA - DOS PUERTOS PESQUEROS.

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                                                  Candás (Carreño)

El puerto de Candás fue antiguamente un cayo, una pequeña ensenada en la desembocadura de un río que se unía a la mar discurriendo entre dos promontorios: la punta del Cuerno y el monte Fuxa, también conocido como La Atalaya. En las faldas de estos montes se establecieron sus primeros pobladores, configurando poblados que se convertirían en villa de pescadores, y la ensenada en un fondederu (dársena) que, aunque escaso de embarcaciones, habría de ser un importante puerto ballenero. La pesca de la ballena se realizaba con esquifes, chalupas y pinaces, utilizando sangraderas, arpones, medianas y estaches (estacas afiladas) en su captura. En Candás, salían remando detrás de ella cuando era avistada por el atalayeru (observador) desde lo alto del monte Fuxa. No siempre la capturaban: también servía la ballena como guía en la captura del bonito, realizada siguiendo a les mantes (pájaros que acompañan al gran mamífero) y al mosquilón (krill), utilizando artes de cacea (pesca a caña) y tanqueo (cebo vivo), Ahora se ven pocas ballenas, pero en las costeras muchos pescadores candasinos aseguran ver con frecuencia orcas a las que ellos llaman kelmes o pexis momos.


A finales del siglo XIX las artes de pesca más comunes en el puerto de Candás eran el palangre y la rapeta, y las especies más capturadas la merluza y el besugo. Ahora, las artes y útiles más empleados son: el abarique(para la sardina, en la que las redes discurren paralelas al agua), la veta(que es una red de fondo, para salmonete), la cale ( una suerte de rapeta de 10 pinzada con parrochas navegando al pairo), el truel(sacadera o salabre), las nasas ( de madera o de hierro en las que introducen cabezas de bonito o chicharro para la pesca del marisco entre octubre y enero), y los miños, tresmayos, volanta, palangre, volantilla.


Siempre se sale a pescar aunque no se realicen capturas efectivas A la mar hay que ir todos los días. Según cuentan los pescadores marineros, El mejor momento para echar la red es al amanecer y al atardecer, porque el pescado está cegado por la primera y la última luz diurna. Según cuentan, el pez pierde visibilidad en esas ocasiones y fácilmente queda prendido en las redes. A la hora de la rula las especies principales de venta son el marisco (centollo) y la pesca de ronchel(de roca) como el salmonete y la sardina.


                                                       Ribadesella-

En los años 60 del siglo XX había en Ribadesella entre 80 y 100 embarcaciones pequeñas que salían a buscar merluza pescada al pinchu (con anzuelo) y regresaban al muelle con 15 o 20 mil kilos de pescado. Las embarcaciones eran entonces de madera de pino norte, la madera más adaptable a la humedad, excepto para construir el puntal (la proa) y la popa (donde va la hélice). En estos dos puntos se empleaba roble, al ser las dos partes de la barca que más se exponían a los movimientos de la mar. La madera empleada en la construcción de las embarcaciones procedía de podas realizadas entre diciembre y febrero durante fases lunares menguantes, puesta a secar en zonas de buena circulación de aire durante 5 ó 10 años y cocida para darle forma arqueada.


En las costeras del siglo XXI, lo que más capturan en torno a esta franja litoral son pulpo, centollo, nécora, barbada y bogavante. También salen bien fornetón(abadejo), lubina y xarga (chopa), merluza, sardina(queda poca sardina, dicen), besugo, bonito (cada vez menos), bocarte, calamar (aseguran que la niebla es el mejor indicador para una buena pesca de calamar), dorada, cabrocho (cabracho, al que llaman también tiñosu), golallo(bizarrosa), pixín, ñocles, pez espada (sólo de vez en cuando), andarica, reis, faneca, langosta, lubricante y coreanos (peces planos indeterminados, sin nombre concreto y que llaman así por llamarlos de alguna manera).


Se pesca de litoral entre 1 y 20 millas mar adentro, en aguas de menos de 20 brazas, con botes pequeños tripulados por 2 ó 3 hombres. Se va desde el cabo Lastres hasta Llanes, navegando al pairo, a deval (impulsados por el viento) y al tresviés (arrancando y parando el motor).

 Fuente visitada. gazeta-antropologia.es

LA CARBAYERA DE EL TRAGAMÓN (GIJÓN)

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Este monumento natural, de unas 4 ha de superficie, está localizado al sur de la Universidad Laboral, en el concejo de Gijón, a orillas del arroyo de Peña Francia. Se encuentra fragmentado en dos sectores por una carretera local y el sector norte se haya incluido en los terrenos del Jardín Botánico Atlántico del Ayuntamiento de Gijón.


La Carbayera de El Tragamón es un excepcional conjunto de carbayos centenarios con estructura adehesada que crecen sobre una pradería. La especie arbórea dominante es el carbayo (Quercus robur), aunque existen ejemplares de rebollo (Q. pyrenaica) y castaño (Castanea sativa), a los que se añaden, en la parcela norte, arces (Acer pseudoplatanus), fresnos (Fraxinus excelsior) y laureles (Laurus nobilis).


A pesar de su reducido tamaño, esta carbayeda llama la atención por el gran número de aves que se pueden encontrar en su interior y en sus alrededores inmediatos, destacando entre ellas la presencia ocasional del pico menor (Dendrocopos minor). Entre los invertebrados destaca la presencia del ciervo volante (Lucanus cervus).


Los robles tienen un lugar predominante en los ritos colectivos de la sociedad tradicional asturiana cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Quercus robur es el drus de los griegos, el Quercus de los romanos, el kaer quez (bello árbol) de las culturas celtas, el cassanos de los galos y el carbayu de los asturianos.


Para todos ellos, el carbayo ha sido un árbol sagrado: los vasos de bronce colgados de las ramas del roble de Dodona transmitieron a los griegos las decisiones de Zeus, los carbayos consagrados a Júpiter recubrieron las siete colinas de Roma, los celtas utilizaron las hojas y muérdago del carbayo en sus ceremonias druídicas y los astures se alimentaron hasta época romana, tal y como relata Estrabón, de un amargo pan amasado con harina de bellotas.


Perdido su carácter mágico y alimenticio, el carbayo conserva no obstante una parte importante de su ritualidad. Grandes ejemplares de carbayo adornan aún los espacios públicos de las aldeas más antiguas y sirven de lugar de reunión, concejo y solaz. Para las comunidades locales, esos ejemplares tienen no ya el valor de lo monumental, sino el de lo sentimental e histórico.
  

 Fuente visitada. asturias.es

CANDÁS - ANTIGUA INDUSTRIA CONSERVERA

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En la 'Historia general de Candás y su concejo', su autor, David Pérez Sierra, señala que la actividad principal de Candás siempre fue la pesquera, «cuyo valor anual se calculaba en el siglo XIX en bastante más de un millón de pesetas, y la salazonera, que era su complemento con escabeches y otras preparaciones de pescado, la de conservas alimenticias, jabón, anzuelos, etcétera».


La industria candasina absorbió ingentes cantidades de pesca subastada en su puerto y en los de su alrededor, sobre todo de Gijón. Pérez Sierra llega a señalar que la cantidad adquirida en la villa de Carreño podría rondar los seis millones de kilos de pesca anuales.


 La industria conservera se inició con la sardina principalmente, aunque también con el congrio, el abadejo y el pulpo. Localidades como Candás no podrían explicar hoy su historia sin dedicar la mayor parte de sus capítulos a la industria conservera. La Invencible, Alfageme, Ojeda, La Flor, Mardomingo, Portanet, El Arca de Noé, La Estrella, Ortiz, Conservas Perán, Albo y Remo son nombres de marcas y empresas que permanecen en el imaginario popular al mismo nivel que la típica estampa de aquellas mujeres que, con el perenne cigarrillo en la boca, cosían en el muelle las redes de los barcos amarrados a puerto.


 Otro capítulo importante es el del empleo. En 1935 las plantillas de empresas como Albo, Herrero o Mardomingo, por seguir en Candás, superaban los 125 trabajadores. Alfageme, por ejemplo, contaba con 126 mujeres y 12 hombres para elaborar ese año 752.400 kilos, preparados casi en su totalidad en latería pequeña, hasta contabilizar 15.502 cajas.

 Fuente visitada. www.conservasenlata.com

HISTORIA DE RIBADESELLA

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Antes de ser conquistada por Augusto en el año 19 a. C., el río Sella era la frontera natural entre las tribus cántabras y astures, que fueron las últimas de la Península en caer en manos de Roma. En el siglo I a. C. Estrabón menciona el río Saelia, Sella, y escribe que los habitantes de Ribadesella eran los salaenos, un grupo de la subtribu cántabra de los Orgenomescos, y sus poblados eran Octaviolca y Noega, llamado Noega Ucesia por Ptolomeo. Tras la derrota asturcántabra, Ribadesella quedó dentro de la provincia Tarraconense, aunque el Sella siguió siendo frontera, pues quedó como línea de separación entre los "conventus" Asturum y Cluniensis. De la época romana se conservan en el Museo Arqueológico de Asturias dos estelas funerarias antropomorfas halladas en El Forniellu.


Las primeras escrituras medievales sobre Ribadesella se remontan al año 834, un documento de donación a la iglesia de propiedades en Torre Felgarias (Torre), Calabriezes (Calabrez) y Tezánicos (Tezangos). La villa aún no existía y la población altomedieval residía seguramente en las laderas de la Cuesta y del Cuetu de San Juan. Los documentos de donación a la iglesia abundan algo más en los siglos X, XI y XII, y en ellos se mencionan muchas aldeas, fincas, cotos, molinos, salinas y pesquerías en el Sella. La iglesia, fortalecida, comienza a construir a principios del siglo XIII los templos románicos de San Esteban de Leces, San Salvador de Moru y Santa María de Xuncu. La monarquía castellano-leonesa también quiere fortalecer sus dominios y, con la guerra de reconquista ya lejos, va creando núcleos de protección real, dotándolos de fueros, leyes, mercado y gobierno. Aunque la carta-puebla se ha perdido, el concejo de Ribadesella fue creado oficialmente en 1270 por Alfonso X El Sabio, que ordenó reunir los territorios de Melorda y Leduas (Meluerda y Leces) y formar un solo alfoz que abarcara ambas márgenes del Sella, una unidad que se ha mantenido hasta hoy.


En los siglos XIV y XV la nobleza se crece, le disputa los privilegios a la corona y varias familias nobiliarias se hacen con la propiedad de los recursos económicos y de los cargos de gobierno de Ribadesella, hasta que a finales del siglo XV intervienen los Reyes Católicos y desalojan de la villa a los Condes de Luna, dándoles una fuerte suma de dinero y enviándolos fuera de Asturias. Lo mismo hicieron con Llanes, Cangas de Narcea y Tineo, por lo que Ribadesella y estas villas fueron llamadas desde entonces Las Cuatro Sacadas. Los principales recursos medievales tienen relación directa con el puerto, pues son el comercio marítimo, la importación de sal, la pesca del salmón en la ría, la pesca de bajura, la industria salazonera y la caza de la ballena. La industria ballenera tuvo gran importancia sobre todo en la Alta Edad Media, y hubo una factoría en la playa cuyos restos, conocidos como La Casa de las Ballenas, llegaron hasta el siglo XVIII. El topónimo La Atalaya, en la villa, también remite al pasado ballenero. La importación de sal, sujeta a monopolio y concesión real de alfolí, fue también un negocio rentable y codiciado por la nobleza, del que incluso sacaba beneficios la iglesia a través de un impuesto de 28 fanegas por barco descargado.


Fuente visitada.
www.ayto-ribadesella

HISTORIA DE IGNACIO GRACIA NORIEGA (COLOMBRES)

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Íñigo Noriega Laso fue una de las más fuertes personalidades de la emigración española a las Indias occidentales, que en la segunda mitad del siglo XIX cobra características especiales entre los individuos procedentes de las regiones de la cornisa cantábrica (asturianos, montañeses, vascos y gallegos). Ya por aquel entonces la emigración se regía por normas y constantes muy estrictas. Los «indianos» procedían en su mayoría del mundo rural, embarcaban siendo muy jóvenes, casi niños, y observando el principio irrefutable de comprar barato y vender caro, algunos lograban reunir inmensas fortunas, que les permitían regresar a la aldea de la que habían partido y en la que edificaban el chalé de estilo francés con palmera en el jardín. Don Íñigo Noriega, para dar la medida de su triunfo, edificó una quinta de proporciones palaciegas en su pueblo natal de Colombres, pero no pudo disfrutarlo, porque las circunstancias le impidieron que pudiera culminar su biografía con el regreso. Es personaje vinculado a la gran economía terrateniente y financiera, a la política, a la literatura, a la leyenda y a la historia de México. Cantinero en la ciudad de México, comerciante, tabaquero, hacendado, financiero, fundador de ciudades, amigo y hombre de confianza del presidente Porfirio Díaz, propietario de la mitad del territorio mexicano, es un gran personaje de acción, de novela de aventuras, de tragedia griega y de «western» (su hija Cristina recordaba que se enfrentó él solo con un par de revólveres a una chusma de bandoleros a caballo que asaltaron la diligencia en la que viajaba), que en su edad madura, en los días del declive económico, ejerció el cargo de ayudante del «sheriff» de Cameron County, Texas. Algunos, para halagarle, le comparaban con Hernán Cortés, a lo que matizaba don Íñigo asegurando que se hubiera sentido muy honrado de ser el espolique de «aquel capitán egregio».


Con haber sido mucho, la figura de Íñigo Noriega se redujo en la actualidad a un par de anécdotas, que aunque espléndidas, no son ciertas, y en el caso de la primera se trata de un anacronismo. Siendo todavía muy joven, regentaba en México capital una cantina rotulada El Borrego, propiedad de quien con el tiempo sería su suegro, en la que vendía diferentes bebidas destructivas a los indios, hasta que el gobernador de la ciudad publicó un edicto por el que obligaba a los propietarios de ese tipo de establecimientos que cerrasen sus puertas a las doce de la noche. Don Íñigo, por observar la ley al pie de la letra, quitó las puertas del suyo, de modo que no las podía cerrar. Aquel rasgo de ingenio llegó a oídos del presidente de la república, general Porfirio Díaz, el cual concedió audiencia al joven gachupín, y después de celebrarlo, le aconsejó que volviera a colocar las puertas en su sitio, porque en pleitos con el gobierno siempre se pierde, y también que siendo un joven de talento tan despierto, no lo desperdiciara vendiendo pulque y tequila, sino que lo dedicara a empresas de mayor aliento. Así empezó don Íñigo su carrera imparable, protegido por Díaz. Mas en realidad, en esa realidad que nunca mejora a la leyenda, ni siquiera a la anécdota, don Íñigo fue presentado al presidente mexicano por el también asturiano Juan Llamedo, pariente de Gonzalo Rivaya, por cierto. En cuanto a la quinta «Guadalupe», se contó que la había mandado construir para que en ella viviera el presidente Díaz cuando fue derrocado. Mas no fue así. La quinta había sido construida años antes de que empezara a «rodar la bola» (la revolución mexicana), en 1906, y aunque es cierto que don Íñigo la puso a disposición del presidente cuando se vio obligado a abandonar México, éste rehusó el ofrecimiento y se fue a vivir a París, como corresponde a un buen dictador hispanoamericano o a una testa destronada centroeuropea, siendo enterrado en el cementerio de Montparnasse, frente a la tumba donde yace el poeta Charles Baudelaire. Ironías del destino: Baudelaire y Porfirio Díaz, vecinos por la eternidad.


Íñigo Noriega Laso nació en Colombres el 21 de mayo de 1853, hijo de José Noriega Mendoza y de María Laso Posada, ambos también de Colombres. El matrimonio tuvo cuatro hijos y el padre se dedicaba al cultivo de la manzana y a la fabricación de sidra. Los cuatro hijos del matrimonio emigraron a México, y del mayor, Silvestre, no volvió a saberse. Íñigo, después de cursar los estudios primarios con los monjes de Cóbreces, embarcó en Cádiz con catorce años de edad, en compañía de sus hermanos Remigio y José Benito, los tres reclamados por su tío Íñigo Noriega Mendoza, que tenía un comercio de abarrotes en la ciudad de México y los explotó hasta que pudieron emanciparse. Íñigo entró a trabajar en la cantina El Borrego, y al contraer matrimonio con la hija del dueño, un mexicano llamado Vicente Castro, su suegro le interesó en el negocio. A los 23 años, Íñigo figura inscrito como comerciante, y está interesado en la fábrica de tabacos El Borrego, propiedad de otro familiar, Ignacio Noriega. Se conoce que a los Noriega les gustaban los borregos y el nombre de Ignacio, que se remonta a Ignacio Hevia Noriega, que fue diputado por Colunga de la Junta General del Principado que declaró la guerra a Napoleón. La cantina El Borrego, administrada por Íñigo, vendía al mayoreo y al menudeo vinos importados, conservas y encurtidos, jamones ingleses y norteamericanos, barajas españolas y cigarros habanos y mexicanos, fabricados por la firma El Borrego, de su tío Ignacio.


Por esta época, más o menos, debió efectuarse la primera entrevista entre Íñigo Noriega y Porfirio Díaz, y de ella surgió la concesión por el plazo máximo de 90 años para desecar la laguna de Chalco, lo que transformó aquel caldo de paludismo en la hacienda que no tardó en convertirse en la principal proveedora de maíz y otros cereales a la capital y a otras ciudades próximas. La energía que despliega Noriega a partir de entonces es extraordinaria. En 1880 se crea la sociedad Remigio Noriega y Hermano, en la que el primero aparece al frente de los negocios y don Íñigo como apoderado: pero al igual que Pepe Cosmen, que nunca se presentó con otro título que el de apoderado, el verdadero motor de la empresa era don Íñigo. Con un capital inicial de 100.000 pesos, compraron la herencia de Manuel Mendoza Cortina, que incluía la mina de plata de Tlalchichilpa, las haciendas de «Maplastán» y «Coahuixtla», crédito del ferrocarril de Morelos, existencias de azúcar y aguardiente y casas en las ciudades de México y Toluca. Posteriormente adquirieron grandes fincas de Chihuahua y Tamaulipas, donde se encontraba la finca «La Sauteña», la mayor de los estados de Morelos y Tlaxcala, con una extensión de 394.875 hectáreas y 225.000 cabezas de ganado mayor. A estas explotaciones agrícolas y ganaderas se añadieron las mineras y textiles, entre las que se encontraba la Compañía Industrial de Hilados, Tejidos y Estampados San Antonio Abad y otras empresas anexas. En 1898 se disuelve la sociedad, decidiendo Remigio retirarse de los negocios para dejarle libre el camino a don Íñigo: el cual continúa su marcha imparable para convertirse en el mayor hacendado de México; un paso importante fue comprarle a don Eduardo Zozoya la hacienda «La Compañía» y la concesión para continuar las obras del ferrocarril de Chalco. Para efectuar éstas y otras empresas contó no sólo con el apoyo más o menos explícito del presidente de la república, sino de personal subalterno más o menos cualificado que va desde el ingeniero Roberto Gayol, muy bien relacionado en el ámbito oficial y a quien casó con una de sus hijas, hasta jueces y alcaldes rurales a los que corrompió sin miramientos.


En poco tiempo llegó a poseer las haciendas de Asunción, La Covadonga, Zoquiapán, Chalco, Riofrío, Venta Nueva, La Suateña y la laguna de Xico, de la que desecó diez mil hectáreas y donde mandó levantar un palacio sobre las ruinas de otro que había pertenecido a Hernán Cortés. La primera cosecha de maíz de Xico le produjo una ganancia de un millón de pesos. Fundó las ciudades de Colombres y Ciudad Reinosa, fundó el ferrocarril de Xico y Riofrío a San Rafael, que conectaba sus haciendas con las ciudades de México y Puebla, y es el que aparece en la película «Que viva México», de S. M. Eisenstein, y poseía una tropa de 250 hombres, armados con carabinas 30-30.


Como en Noriega todo era desmesurado, tuvo once hijos legítimos e incontables naturales: según algunos, llegó al centenar. Pero sus relaciones con la familia fueron malas, desheredó a una de sus hijas por no haberse casado con el adecuado, y otra de sus hijas fue asesinada por su hermano, que se suicidó: una extraña historia de locura e incesto, digna de una tragedia griega.

La revolución mexicana puso a don Íñigo contra las cuerdas. Perdió todas sus posesiones rurales, le fueron embargadas las urbanas y en los momentos más virulentos, tuvo que refugiarse en Texas, donde queda dicho que fue «sheriff». Su salud empezaba a resquebrajarse, pero no por ello dejó de luchar, pleiteando tenazmente contra el Gobierno que le había arruinado. El presidente Venustiano Carranza le propuso un acuerdo que incluía la declaración de que nunca había sido amigo de Porfirio Díaz, cosa que el indiano no aceptó. Era valeroso, orgulloso y leal. Murió en México el 4 de diciembre de 1920.

Fuente visitada. www.lne.es

EL HÓRREO SEGÚN DESCRIPCIÓN DE CANELLA Y BELLMUNT

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“Fuera de la casa, en la antojana frente a la vivienda, se levanta el clásico hórreo,típica construcción de madera sostenida por cuatro pilares de piedra o madera, los pegollos, colocados en los ángulos sobre otras tantas bases de cantería, los pilpayos, y coronados por cuadradas pegolleras o muelas de igual materia para evitar la subida de ratones.


Sobre ellas descansan las cuatro vigas o trabes, donde se colocan las tablas de castaño o roble de los frentes colondres que, unidos unos a otros forman las cuatro caras o colondrames. La cubrición es de teja y la independiente ascensión a la escalera de piedra que, para defender más de roedores y alimañas al edificio, no llega a éste, siendo preciso una revalgada desde la escalera a la talandoria o tabla horizontal a donde llega el campesino, cogiéndose a una aldaba a fin de entrar en el hórreo, por la puerta principal enfrente de la estrecha y posterior portuca, que se abre en horas de ventilación.


El interior de aquel no está generalm ente dividido en compartimentos, como las paneras u hórreos de seis o más pegollos, propias de caseríos de más importancia. En caprichoso desorden se distribuyen por aquel interior el maíz en grano, en panoyes o en riestres, el trigo y la escanda, les fabes, castañas y más frutos, allí bien conservados y preservados de la humedad. De las vigas o cruces, que sostienen la cubrición, penden de cuerdas y garfios ropas, macones, paxos, cestos de todas clases, herramientas y aperos, etc. No pocas veces también el hórreo o panera pertenece o lo “llevan” una o varias familias, así como también sirve de dormitorio o suplemento sano y ventilado a las casas.


Son siempre construcciones curiosas ,y no pocas lujosas con singulares adornos de talla, pinturas vistosas en los lienzos y en los corredores alrededor, cuyo espacio asimismo se dedica a orear y secar producciones de determinadas épocas.


Debajo del hórreo se coloca también el carro como en ocasiones ciertos preseos y artefactos, bien que también ahora se cierra a veces dicho espacio por más debajo de las pegolleras, lográndose un departamento de aplicación varia.”

( Descripción de Fermín Canella y Octavio Bellmunt sobre este tipo de edificaciones en el Tomo III: 22 de Asturias ).

LA CASERÍA ASTURIANA

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La casería está formada por la casa y sus dependencias anejas; por el terrazgo e incluso por los derechos de aprovechamiento de los montes comunales. La casa se sitúa en un espacio cercado denominado solar, rodeado por la antojana. En ésta se sitúan las dependencias anejas: el hórreo, el pajar, la cuadra y otros espacios dedicados al almacenamiento. Alrededor del cercado de la antojana se dispone el huerto y los árboles frutales.


En el terrazgo se disponen de los espacios para el uso ganadero y el resto de los usos agrícolas. Las partes más llanas se dedican para el cultivo de cereales. Estos espacios, denominados erías, cortinas o llosas, se cercan para evitar la entrada del ganado.


Por otra parte, las partes más inclinadas o más húmedas en el fondo de valle, se dedicaban a prados, para el aprovechamiento ganadero. La casería forma una unidad de producción, de residencia, de consumo, de explotación y, en el pasado, de recaudación. Según las zonas de Asturias, la casería se conoce también como quinta o quintana.


La casería surge en la Edad Media como consecuencia de la colonización del suelo. La tierra, en manos de la nobleza y del clero, y posteriormente de la burguesía, era entregada a familias de campesinos en parcelas de pequeñas dimensiones, a cambio de una contraprestación. La clase dirigente explotaba la tierra y sus frutos, mientras los campesinos la trabajaban, obteniendo apenas lo suficiente para su subsistencia. En el siglo XVI las caserías constituían el único medio de vida del campesinado y una valiosa fuente de riqueza de los grandes dominios territoriales. La casería se consolidó como estructura económica y social en siglos posteriores, permaneciendo su estructura hasta finales del siglo XIX. Sus caracteres esenciales han permanecido hasta mediados del siglo XX.


Durante muchos siglos, la casería ha sido una unidad de explotación, que ha hecho de la tierra el modo de vida de la familia campesina asturiana.
Según la compilación del derecho consuetudinario asturiano, la casería se define como: (una unidad económica y de explotación familiar formada por elementos disociados, tanto en lo que respecta a su naturaleza —casa, antoxana, edificios anexos y construcciones complementarias, hórreos o paneras, huertos, tierras, prados, montes, árboles, animales, maquinaria y aperos de labranza, y derechos de explotación en los bienes comunales—, como a su sistema de propiedad —privada, en arriendo o en aparcería—, a su localización dispersa y a su destino o aprovechamiento —cultivo, recolección, pastizal—, que forman un conjunto agropecuario capaz de dar sustento a una familia campesina, sin perjuicio de que ésta pueda tener otras fuentes complementarias de ingresos).

-Boletín de la Junta General del Principado de Asturias del 9 de marzo de 2007-



Fuente visitada. wikipedia.

EL CONCEJO DE POLA DE LAVIANA

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En las centurias bajomedievales, el antiguo influjo que a través de su dominio patrimonial, (gracias a una donación del rey Ordoño I en el año 857), ejercían los monjes del monasterio de San Vicente de Oviedo sobre los territorios de Laviana entra en competencia con otros poderes. Esta situación cristaliza en la creación, a finales del siglo XIII, de una nueva puebla de promoción real: Pola de Laviana.
 

Se trata de un villazgo que tendría las características de las villas itinerarias, ya que una ruta muy importante atravesaba el territorio de Laviana siguiendo el valle del Nalón y accediendo por Tarna a tierras leonesas. A pesar de la nueva promoción real, diversas instituciones religiosas continúan teniendo importantes intereses económicos en el territorio de Laviana y también se advierte el creciente influjo de poder asumido por familias laicas.


 En el año 1504 Laviana figura como un municipio que elegía representantes para concurrir a la Junta General del Principado; sin embargo, no todo el territorio estaba bajo esta jurisdicción concejil, se escapan a ella los cotos de Villoria, Tiraña y Entralgo. En el último tercio del siglo XVI las jurisdicciones monásticas de San Vicente cambiaron de propietarios, pasando el coto de Tiraña a pertenecer a Juan de Carrio Valdés. El coto de Entralgo es redimido por sus propios vecinos, con la ayuda del concejo de Laviana a cuya jurisdicción se incorpora.


 Animados por ese ejemplo, los vecinos de Tiraña inician un proceso de reclamaciones contra su señor que pretenden culminar también con su incorporación al concejo de Laviana, pero no lo conseguirán. Así pues a mediados del siglo XVIII perduran los dos cotos medievales en manos de los Condes de Nava (el coto de Tiraña) y los Marqueses de Camposagrado (el coto de Villoria). Ni la Guerra de Independencia ni tampoco los brotes del conflicto carlista tuvieron especial incidencia en la evolución histórica municipal.


 Sin embargo el siglo XIX comportará notables cambios para el municipio. Con el triunfo de las ideas liberales se disuelven las jurisdicciones señoriales y por tanto Tiraña y Villoria se agregan a la jurisdicción del Ayuntamiento de Laviana. En ese momento es cuando adquiere la unidad administrativa que todavía hoy en día conserva. En este siglo se produjeron muchos más cambios. En 1885 el ferrocarril de Langreo extiende su trayecto hasta Pola de Laviana, lo que origina el proceso de desarrollo minero (del hierro, cobre y carbón) y de industrialización en Laviana. Las nuevas actividades generaron notables cambios en las condiciones de vida de los habitantes del concejo que hasta aquel entonces era eminentemente agrario.


 Ya en el siglo XX el concejo destaca por la radicalización de su vida política. En las elecciones de la época republicana vence el Partido Socialista y en las del 1936 lo hace el Frente Popular. Con la política económica de los años del franquismo la actividad minera del concejo cobra una gran relevancia, alimentada por el crecimiento demográfico de los años 50. Se realizan múltiples barriadas para los obreros de protección oficial. Sin embargo pronto se evidenciaron las deficiencias estructurales del sector minero asturiano y la zona entra en crisis. El concejo se recupera poco a poco al poseer cierta diversificación en su estructura económica, pasando a convierse en la zona comercial y de servicios de la comarca del alto Nalón.


 Fuente visitada. www.archivosdeasturias.info

HISTORIA DEL HÓRREO ASTURIANO

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El hórreo que hoy conocemos tiene una estructura particular, específica de Asturias, y aparece en las postrimerías del siglo XV perteneciendo las fechas más antiguas que se han hallado a la primera década del siglo XVI. Su creación está localizada en un lugar concreto de Asturias. Sin embargo, son conocidos graneros elevados sobre pilares y con el sistema pilar-losa horizontal en diversas zonas húmedas de todo el mundo; en la misma Asturias existieron y, en menor medida, aún existen otros modelos de hórreos. A veces, graneros de lugares muy lejanos guardan un parecido asombroso con los nuestros. Así ocurre por ejemplo con ciertos modelos iraníes techados de paja y que en su aspecto externo recuerdan vivamente a los hórreos del suroccidente de Asturias. En Europa existieron hórreos en las Islas Británicas, existen en Suiza, en los países escandinavos, en Portugal, en todos los Balcanes... Es muy significativa la pervivencia hasta la actualidad de graneros tipo hórreo en zonas con climas y orografías parecidas a la cantábrica.


Tenemos noticia ya desde época clásica de la existencia de hórreos en la Hispania Citerior a través de Marco Terencio Varron que nos habla de granarium sublimia. Los escritores romanos que trataron sobre temas relacionados con la agricultura conocían bien este tipo de graneros elevados; el mismo Vitrubio, que vivió en el siglo I de nuestra era, alababa su conveniencia y recomendaba su uso en toda explotación agrícola. Aunque conocida por los clásicos, la palabra hórreo podría estar relacionada con el oronímico orro, de raíz preindoeuropea, cuyo significado sería lugar elevado, la característica más significativa de los hórreos. Fijándonos en esto descúbrense en Asturias y en otros lugares muchos topónimos de ese tipo como por ejemplo Orria, peña Orrial, L’Orrín... todos ellos peñas o picos elevados; Urria designando dos aldeas altas de los concejos de Teberga y Somiedo, Urriellu y los Urrieles en la zona de Cabrales y los picos de Europa.
 

Desde comienzos del siglo IX existen referencias documentales a hórreos en todo el septentrión de la península ibérica: norte de Burgos, Huesca, La Rioja, País Vasco, Cantabria y, como no, Asturias y Galicia. Evidentemente serían hórreos distintos al asturiano actual pero compartirían la cualidad de estar elevados del suelo y de tener muelas para defenderse de los roedores. Estos hórreos fueron desapareciendo con el transcurso de los siglos y hoy en la mayor parte de la extensa área que ocuparon no se conserva recuerdo de ellos. Se sabe que pervivieron más tiempo en el País Vasco y Cantabria, donde permanecen en pie unos pocos ejemplares, lo mismo que en las áreas montañosas norteñas de León, Palencia y Navarra.


En documentos asturianos de los siglos XIII y XIV, más explícitos que los de siglos anteriores, se observa cómo hay una pluralidad tipológica en la que se intuye la evolución que llevará a la aparición del modelo de hórreo actual. Con la aparición a finales del siglo XV, en algún lugar de los concejos de Villaviciosa, Cabranes o Piloña, del hórreo asturiano actual. Sus características más destacadas, que lo diferencian del resto de hórreos peninsulares y europeos, son su cubierta a cuatro aguas y la posibilidad de ser trasladado de lugar indefinidamente sin que sufra su estructura.


Este tipo de hórreo pudo ser datado en el siglo XVI después del descubrimiento en los años ochenta de varias fechas en hórreos del concejo de Villaviciosa. De este modo fue posible atribuir al mismo periodo otro importante número de graneros con características estructurales y decorativas semejantes. Es un hórreo totalmente desmontable que se puede armar y desarmar indefinidamente; no emplea clavazón de hierro sino que sus piezas van todas encajadas o fijadas con tornos de madera a presión. Se transporta fácilmente en dos o tres carros de bueyes y la estructura equilibrada de su cubierta a cuatro aguas, con respecto a la caja y al juego de fuerzas ejercidas, hace que sea de una resistencia infinitamente mayor que los hórreos anteriores.


Quizá su ventaja más sobresaliente, tal vez causa principal de su creación y pervivencia, sea que al ser considerado un bien mueble se pueda colocar en terreno ajeno sin que ni el suelo se haga con la propiedad del hórreo ni el hórreo con la del terreno. En momentos en los que el campesino no era propietario de sus tierras ni de su casa seguramente estaría más dispuesto a invertir parte de su trabajo o de su excedente en un hórreo --que era de su total propiedad, que podía vender, empeñar o dejar en herencia-- y no hacerlo en mejorar o reedificar una casa que en última instancia pertenecería al amo de las tierras.

 Fuente visitada. www.telecable.es

USOS DEL PALO, GARROTE, TRANCA EN ASTURIAS

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En el auto dado el 5 de julio de 1748, por D. Juan Antonio de Argüelles Meres, Juez Primero y Alcalde Ordinario por el Estado Noble del concejo de Siero se decreta: “Que ninguno traiga armas prohibidas por leyes y premáticas de estos Reinos, y que tampoco traigan así dichos vecinos como los moços solteros palos de acebo ni de otra madera gruesos ni ñudosos, y los que quisieran traer sean lisos y largos quasi bara y media, pena de prisión y de quinientos mrs.”


Es un complemento indispensable en los hombres. Puede estar adornado con dibujos o grabados y también con refuerzos metálicos. Las maderas que se solían utilizar eran las de acebo o avellano. En las tareas cotidianas los ganaderos y campesinos utilizaban el palo para encaminar a los animales a los que cuidaban, pero también y debido a la orografía este complemento era utilizado para apoyo y salto en caso de pendientes muy pronunciadas, dándose el paralelismo con la utilización en la isla de la Gomera de la “jastia”.


En las romerías o fiestas, y debido a las disputas que se generaban, también era utilizado como elemento de lucha. Así queda reflejado en manifestaciones iconográficas. Para Romulada Martín-Ayuso, el palo completaba la indumentaria del aldeano:
“...un hermoso garrote, la tranca, tallado con artísticos dibujos y claveteado en el extremo superior con clavos dorados. Llevaba algunas veces un cordón con borlas, regalo de la moza. Otras veces usaban, en vez de garrote, el verdascu, flexible palo de avellano, terminado en una ramita a manera de látigo. Estos palos se veían imprescindiblemente en las romerías y eran las armas que empleaban en la consabida pelea, término de todas ellas”.


 Fuente visitada.www.unioviedo.es

LA TIRANÍA DE LOS OMAÑA (CUDILLERO)

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Gran parte del concejo de Cudillero estuvo bajo el poder feudal de los Omaña durante cerca de trescientos años (del XIII al XVI). A pesar de no tratarse de un coto jurisdiccional, A. J. de Banzes alude a las vejatorias imposiciones de esta poderosísima familia: «Los señores de la Casa de Omaña  tenían extraordinarias regalías, que es de tradición las perdieron por un litigio. No se podía poner fuego, abrir puerta ni ventana, antes que ellos lo hiciesen, en casa alguna del pueblo; y sin su licencia. Tenía un pez de cada barco, que valía en la concha; y puerta particular para entrar en la iglesia...». Esta denigrante situación propició frecuentes enfrentamientos con los disconformes pixuetos, recurriéndose a armas y, mayormente, a pleitos para zanjar diferencias.


El Palación o Castiallu, nombre de la casa feudal de los Omaña, estaba instalado en el solar donde se levantó el Ayuntamiento en el s. XIX, junto a la iglesia. Imponía su posición, altiva, sobre una roca en el fondo del pequeño abrigo costero, dominando el puerto. Se trataba, según Fortunato Selgas, de «un edificio de planta irregular, debido a las desigualdades de la roca en que se sustentaba; y sus muros, de estructura incierta, trabajados de fortísima argamasa, tenían gran anchura, especialmente en los sitios más fáciles de expugnar». Por su parte, A. Bravo lo describe como «fuerte, con saeteras, almenas y torre del homenaje, con chimenea-anuncio para encender los hogares de las demás casas».


A pesar de todo, Cudillero se convirtió en un famoso centro pesquero, que en el siglo XV solicitó la concesión del privilegio del alfolí (almacén) de la sal, petición, al parecer, no concedida nunca. Durante la etapa feudal, los pescadores formaron su gremio. De aquí salieron, otrora, intrépidos pescadores hacia las costas de Flandes, Inglaterra, Escocia o Portugal, y fueron muchos los que participaron en el cerco a Gibraltar y en las campañas de conquista de Sevilla y La Florida.

Fuente visitada. cudillero.es/historia

GIJÓN-UNIVERSIDAD LABORAL

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«¿Por qué la Universidad Laboral tiene la entrada de espaldas a Gijón?». La pregunta le asaltó hace ya más de medio siglo a uno de los arquitectos que, poco antes de la inauguración de la obra de Luis Moya, participaron en una sesión monográfica sobre el magno edificio encargado por la Fundación José Antonio Girón. El propio Moya le respondió aludiendo a la práctica y a la estética. «Porque de Gijón vienen los vientos más fuertes, de los que hay que protegerse. (...) Hay otra razón: quisimos proteger la fachada de miradas prematuras. Cuando se haga la avenida que ya se proyectó, la fachada se verá desde la distancia en que queremos que se vea», esto es, obligando al visitante a rodear toda la obra.


Era 1955 y el gran conjunto se preparaba para recibir a sus primeros alumnos. Cuando se completó, la Universidad Laboral sumaba 270.000 metros cuadrados de superficie y 55.000 de fachadas, lo que le convertía en el mayor edificio de España. Tenía un patio central de cuyas dimensiones presumía Luis Moya por ser las mismas que las de la veneciana plaza de San Marcos, un conjunto de edificios de uso diverso, integrados en una misma pieza pero de muy diversa tipología -«el teatro tiene que tener fachada de teatro, la iglesia traza de iglesia, y los pabellones no pueden parecerse ni a teatros ni a iglesias», argumentaba su autor-, y una torre de cien metros que es aún hoy, cielo y vigía de Gijón.


En el primer año de actividad, la Universidad Laboral acogió en total a 408 niños. 111 eran asturianos y el resto llegaron de Cataluña (64), Valencia (4), Aragón (12), Vizcaya (37), Andalucía (37), Castilla la Nueva (61), Castilla la Vieja (27), Extremadura (8), Galicia (18) y León (22), casi todos ellos hijos de trabajadores de la construcción. Aunque los llegados desde otras provincias, y muchos asturianos, estudiaron como internos, también había alumnos que cada día se acercaban desde Gijón. «Hasta que en 1958 se compraron dos autobuses, se les dejaron bicicletas BH para que vinieran desde Gijón a la Laboral, porque si no la única forma que tenían de ir a clase era con el tranvía, que les dejaba en La Guía».
Ha pasado más de medio siglo y la Universidad Laboral, resucitada tras un importante periodo de abandono, ya sólo dedica a la educación una parte de sus espacios. Otros han sido transformados para acoger congresos y actos culturales. Pero a pesar de estos cambios, a pesar del paso del tiempo, su torre sigue siendo el principal vigía de la ciudad, aun habiendo pasado 59 años dándole la espalda a Gijón.

 Fuente visitada.www.elcomercio.es

SAN PEDRO DE NORA-LA CÁMARA SOBRE EL ÁBSIDE.

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En San Pedro de Nora, y en otros muchos edificios del prerrománico asturiano, se encuentra una pequeña cámara sobre el ábside central -a veces también sobre los laterales- que se encuentra aislada del resto del edificio, y a la que tan sólo se puede acceder con dificultad y utilizando una escalera de mano.


A excepción de la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave (El Campillo, Zamora), este espacio tan sólo se encuentra en algunas de las iglesias del prerrománico asturiano. Lo encontramos en las iglesias de San Julián de los Prados, San Tirso, Santa María de Bendones, todas ellas del periodo de Alfonso II (791-842), San Salvador de Valdediós, San Adriano de Tuñón, de la época de Ramiro I (842-850) y en San Salvador de Priesca, que pertenece a la última etapa constructiva del prerrománico asturiano. En todos estos ejemplos a la cámara solamente se puede acceder desde el exterior, aunque hay tres excepciones: San Pedro de la Nave, que se encuentra tan sólo comunicada con el interior de la iglesia, Santullano, que presenta accesos desde el interior y el exterior, y San Salvador de Valdediós, cuyas cámaras situadas sobre los ábsides laterales no presentan ningún tipo de comunicación.


En San Pedro de Nora la cámara se sitúa encima del ábside central, y su acceso sólo es posible atravesando la estrecha ventana que se abre al exterior encima del ábside.  Desde un punto de vista práctico, se ha dicho que quizás fue construida como cámara del tesoro, pero lo cierto es que se encuentra demasiado a la vista como para ser así.


También se ha dicho que pudo ser una especie de prisión, un lugar de meditación de los monjes, un almacén de grano o quizás algún tipo de espacio simbólico donde conservar las reliquias. No hay duda de que estos espacios tienen una función estética, pues contribuyen a regularizar los diferentes volúmenes, por lo que quizás, fue éste su destino. Desde el punto de vista estructural estas cámaras compensan la altura, y contribuyen a distribuir mejor los diferentes empujes de los muros, por lo que tampoco hay que descartar esta solución. Desde luego, la función estética y estructural no está reñida con cualquiera de los usos utilitarios que se han planteado. En cualquier caso, es necesario enfrentarse a su interpretación con una amplitud de miras, siempre teniendo en cuenta que no ha llegado hasta nosotros ninguna fuente documental contemporánea que apoye o desmienta ninguna de las hipótesis mencionadas.

Tal y como ha llegado a nosotros, San Pedro de Nora presenta muchas similitudes con San Julián de los Prados, pero hay que tener en cuenta que ha sufrido varias campañas de restauración a lo largo del siglo XX, y que algunas han sido muy agresivas. Los documentos gráficos que se conservan de principios del siglo XX nos muestran el edificio había sido muy alterado en su conjunto. En uno de sus laterales tenía adosado un cementerio, rodeado mediante un pequeño muro, y en el cuerpo de la iglesia se habían hecho diversos añadidos, como una espadaña de gran tamaño, así como algunos edificios que ocultaban el edificio original, del que tan sólo se conservaba el cuerpo de la iglesia y los tres ábsides.


En el año 1935 Alejandro Ferrant, asesorado por Manuel Gómez Moreno, emprendió una primera campaña de reformas. Sin embargo, poco después, en el año 1936, la iglesia sufrió un aparatoso incendio que la dejó herida de muerte, destruyendo todas sus cubiertas y debilitando los muros. A partir del año 1952 hasta 1964 el arquitecto Luis Menéndez Pidal inició la primera de una serie de campañas de restauración, que en gran medida configuraron el aspecto actual del edificio.

Sus mayores críticas derivan de la construcción de una torre campanario entre los años 1963 y 1964, que fue construida de nueva planta. No se conservan restos de cimientos de una estructura similar en la primitiva iglesia, y su edificación fue realizada en un emplazamiento elegido al azar sin ningún tipo de evidencia arqueológica ni fundamento tipológico.


 Fuente visitada. www.arteguias.com

LA PRIMERA MENCIÓN DEL HÓRREO

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La primera mención del hórreo en una figura legal concerniente a la protección del Patrimonio tiene lugar en el Real Decreto Ley de 9 de agosto de 1926, que le otorga al hórreo la consideración de bien inmueble. Hay que tener en cuenta que desde 1863 la jurisprudencia le confería la consideración de bien mueble. Este cambio de estatus, le abrió la puerta al hórreo para ser considerado Monumento Histórico-Artístico, con la protección legal que esta figura implica.


Posteriormente, la caída de los hórreos en desuso llevó al legislador a emitir un Decreto específico para intentar su protección, ya que eran cada vez más frecuentes su transformación, su destrucción, su venta y su traslado por piezas, incluso al extranjero. De este modo todos los hórreos gallegos y asturianos de más de un siglo quedaban bajo la protección del Estado español, que debería autorizar cualquier obra o modificación.


Asturias dispone de un régimen específico de protección de hórreos, paneras y cabazos recogido en la Ley del Principado de Asturias 1/2001, de 6 de marzo, de Patrimonio Cultural, en la que se prohíbe la construcción de hórreos desvinculados de la vivienda, que los de nueva factura deberán adecuarse a los materiales y características constructivas y morfológicas tradicionales de estas edificaciones, y establece diversas regulaciones respecto a los hórreos construidos con anterioridad a 1900, incluso de los que no hayan sido declarados Bien de Interés Cultural ni incluidos en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias.


fuente visitada. Wikipedia.


LA VÍA VERDE DEL TRANQUERU - PERLORA.

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Desde aquel antiguo tren minero hasta la actual Vía Verde del Tranqueru, han pasado ya muchos años. En aquel entonces, el ferrocarril del Carreño (Gijón-Avilés), línea ferroviaria de Feve, era un modesto tren minero entre los apeaderos de Perlora y Xivares.


Este era un tramo complicado a la par que espectacular por su camino pegado a las rocas de los acantilados, volando casi sobre el mar en algunos puntos a una altura de 1.420 m junto a la costa. Curvas y contracurvas del trazado planteaban serios problemas de explotación al ferrocarril. Por ello, a finales de los setenta se procedió a construir una variante que evitaría el paso por esta zona.


Años más tarde, en 1999, el Principado de Asturias fue el encargado de recuperar este trazado como vía verde, de inigualable valor botánico y panorámico. A sus valores paisajísticos se une su potencial como eje de comunicación entre Perlora y Xivares y su entorno, uniendo dos zonas de playas de gran demanda de uso en el ámbito del litoral gijonés.


Podemos comenzar el paseo por el lado de Perlora, dirección Gijón. A través de un túnel perfectamente iluminado. Tras el túnel comienza nuestro camino por el tramo acantilado que sobrevuela la playa del Tranqueru.


Localización: Entre Perlora y Xivares.
Asturias Longitud: 1,2 km.
Usuarios: Ciclistas y senderistas
Tipo de firme: Tierra acondicionada
Medio Natural: Acantilados
Infraestructura: Vía Verde. 3 túneles
Cómo llegar: Perlora y Xivares: Feve, línea Gijón – Pravia.


Fuente visitada. www.feve.es/recursos/

HISTORIA DE LA COFRADÍA DE PESCADORES DE LUANCO

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El 5 de febrero de 1776, el cielo se desplomó sobre Luanco. Un viento frío y fuerte del noroeste se precipitó de pronto sobre la localidad. En el mar, quince embarcaciones de la villa, que habían salido a faenar con doscientos veinticinco hombres a bordo, se extravían junto a otras cinco del vecino concejo de Pravia. Nadie recuerda una galerna tan brutal, tan feroz y despiadada... desde muchos años. La desesperación y el terror domina a los que desde tierra dirigen sus ojos al horizonte. Las mujeres y los niños, cuenta la tradición, acuden a la parroquia e imploran el regreso de los marinos ante la figura del Santo Cristo del Socorro.


El tiempo pasa sin novedades. Pero al final, de manera “milagrosa”, las veinte embarcaciones acaban arribando al puerto. Una a una, con todos los tripulantes a salvo. El Santo Cristo del Socorro sustituyó a la Virgen del Rosario como patrón del gremio de pescadores. Y la conmemoración del milagro, cada 5 de febrero, se convirtió en la fiesta más importante de Luanco y alrededores. La cita rinde homenaje a los pescadores jubilados y fallecidos en naufragios –“¡Venid aquí, hijos todos del mar!”, dice la primera estrofa del himno que cantan los luanquinos– y exalta las esencias marineras de una región que durante siglos ha vivido por y para el mar.


* COFRADÍA DE PESCADORES SANTÍSIMO CRISTO DEL SOCORRO *
Las noticias sobre la existencia de asociaciones de pescadores en Luanco se remontan a 1687, libro de actas de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, fundada por los marineros de Luanco donde se reconoce la existencia de otro libro anterior y desaparecido. Al culto de la virgen del Rosario se dedicaron siempre los marineros de Luanco y es a finales del XIX cuando la advocación cambia al Cristo del Socorro.


El 4 de febrero de 1881 se reúnen en la iglesia parroquial armadores, patrones y marineros de Luanco bajo la presidencia del el párroco para fundar la "Hermandad del Santísimo Cristo del Socorro", con el fin de celebrar varias fiestas religiosas, socorrer a los marineros enfermos y necesitados en caso de enfermedad y muerte. Durante el año 1882 se reconoce la existencia de otra asociación similar que no funcionaba denominada "Sociedad Marítima del Socorro", se acuerda la fusión de ambas bajo la denominación "Sociedad Marítima y de Hermanos del Socorro".


 Fuentes visitadas. www.elmundo.es
  www.archivosdeasturias.info

EL ASESINO MISTERIOSO DE LAS ABEJAS

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Los apicultores citan con frecuencia una frase atribuida a Einstein: «Si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida; sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales ni hombres». En Asturias se elabora desde hace siglos miel de brezo, de castaño y de mil flores. Lo de las mil flores no es una metáfora. Los científicos han constatado que las abejas asturianas polinizan más de novecientas especies de plantas. La llegada del eucalipto también proporcionó nuevas variedades. Precisamente el principal encanto de la región reside en la existencia de diferentes zonas de producción, que dan lugar a varios tipos de miel. En el Occidente predomina la de brezo, recolectada por los «abejeiros» en municipios como Boal, Allande y Cangas del Narcea. En las Cuencas y en la zona central de Asturias la reina es la miel de castaño, y en la franja costera, la de mil flores y de eucalipto. Los apicultores defienden que las abejas aseguran la fecundación del 60 al 80 por ciento de las especies vegetales. Desde hace millones de años estos insectos obtienen su ración de alimento de las flores y realizan una tarea silenciosa y poco valorada: la polinización. La apicultura en Asturias es una tarea tradicional. El primer censo de colmenas en Asturias data del siglo XVIII. Está incluido en el catastro del marqués de la Ensenada y en esa centuria anota más de 65.000 colmenas. En aquella época sus pobladoras eran las abejas silvestres que se encontraban por todos los montes. Ahora apenas quedan. 
Oviedo, M. J. IGLESIAS-  ****************************************************************


las abejas están desapareciendo. Lo que hoy recibe el nombre de «Síndrome de Desabejamiento» o «Trastorno del Colapso de las Colonias (CCD)», es la lenta pero permanente desaparición de las abejas obreras, sin las cuales la colmena no puede sobrevivir y acaba muriendo de inanición. Las buscadoras del néctar o pecoreadoras salen en busca de comida -su tarea habitual desde los comienzos de la especie- pero no regresan a su hogar, dejando abandonada a su suerte a la abeja reina y a la cría. No se ha descubierto aún al letal asesino, que no deja rastros mortales en las inmediaciones de la colmena.
El misterio de las abejas volatilizadas ha hecho desaparecer un cuarto del total de las poblaciones de las colmenas en Estados Unidos. Mientras se intenta descifrar el enigma, los científicos norteamericanos manejan varias causas: desde la sequía a los pesticidas, pasando por el estrés (debido al desplazamiento de las colmenas portátiles en trailers con el fin de polinizar cultivos) o las ondas de los teléfonos móviles. A pesar de esto, hasta hoy no dejan de ser meras especulaciones, todas ellas pendientes de comprobación científica.


Los apicultores españoles se apercibieron de los primeros síntomas del "asesino silencioso" a comienzos del año 2.000, fecha en la que los científicos calculan que el mal se introdujo en nuestro país. España es el país europeo con mayor población de ganado apícola, con una cifra aproximada de 2,5 millones de colmenas repartidas por todo el territorio nacional, según el último censo de diciembre de 2011, elaborado por el antiguo Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM). El problema afecta a más de 23.000 apicultores, de los cuales el 25% son profesionales (con más de 150 colmenas) y el 75% aficionados. La mayoría viene sufriendo pérdidas del 40%, sobre todo de septiembre a enero.
En el laboratorio del Centro Apícola de Guadalajara tienen una respuesta a esta incógnita. Luego de analizar más de 10.000 muestras de abejas de España y otros países de la Unión Europea en los últimos diez años, los científicos de este laboratorio están convencidos de que el parásito Nosema ceranae es el asesino invisible de las abejas. Y confirman cifras escalofriantes. Sostienen que más de la mitad de las colmenas españolas están afectadas y que si no se las trata, pueden morir en un año.
¿De dónde procede y cómo entró el parásito en España? Procede de Asia. La abeja asiática o cerana es muy resistente a las enfermedades, pero poco productiva. Por este motivo se llevaron abejas europeas o melíferas a Asia, para producir más miel. Al entrar en contacto con ésta, el parásito la arrasó, saltó a su nuevo hospedador y pasó a Occidente. El parásito las elimina en tres días, es por eso que las abejas que salen a buscar el polen mueren exhaustas en el campo sin que queden restos mortales en las cercanías de la colmena. otras voces apuntan también a otras causas que explicarían el fenómeno de desaparición de las abejas. Según los científicos que estudian el tema en la Universidad de Córdoba, las causas podrían ser una nutrición deficitaria de la abeja (debida a la baja cantidad y calidad del polen, sobre todo en época de sequía), los plaguicidas (fundamentalmente el imidacloprind y friponil) y el protozoo Nosema ceranae. Para ellos, la aparición del parásito puede ser más consecuencia que causa, debido a que la colmena se debilita y da paso a la beligerancia del "asesino silencioso".

Los ecologistas también tienen algo que decir en el debate. Ellos sostienen que las abejas, como indicadores medioambientales de precisión frente a los cambios del entorno, nos están recordando que el actual modelo agrario y ganadero es insostenible. Denuncian que los tóxicos, los transgénicos, la erosión de la biodiversidad y la contaminación industrial, así como el manejo comercial de las colmenas, que genera altos niveles de estrés en las abejas, pueden haber favorecido la aparición del parásito. El cambio climático es, para muchos, un factor que está incidiendo en el despoblamiento de las abejas. El tiempo las engaña con floraciones tempranas y a destiempo, alterando su reloj biológico, etc

 Fuentes  www.ine.es
apolo.entomologica.es

MUERTE DE UN PALACIO (BERNALDO DE QUIRÓS- CARREÑO)

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En la actualidad, la finca tiene una extensión aproximada de 70.000 m2 y está cercada con muro de mampostería. Los jardines, de gran riqueza botánica, están trazados según el gusto inglés y romántico, y poblados de árboles centenarios: entre ellos un gran pino que figura en varios cuadros del pintor Nicanor Piñole. Dispersos por el parque hay varios edificios auxiliares: establos, cocheras, casa de guardas y una torre palomar.


El edificio principal es de planta rectangular, cubierto a dos aguas y de cuatro alturas: semisótano, dos plantas nobles y desván. Éste se ilumina con dos pequeños balcones situados en los hastiales y con ventanas rebajadas que se abren bajo los amplios aleros, sostenidos por jabalcones y rematados en puntillas. Los vanos se distribuyen simétricamente por las fachadas, que están enlucidas y decoradas con molduras clasicistas en recercos e impostas.
La puerta principal se abre al este. Se accede a ella por una doble escalinata y queda protegida por un balcón de mucho vuelo, a modo de porche sostenido por dos columnillas de hierro fundido. Flanqueando este balcón, dos oquedades con mechinales delatan el lugar que ocuparon sendas piedras armeras: una ostentaba el escudo de Bernaldo de Quirós, con la leyenda «Después de Dios la casa de Quirós», y otra el de Carrió con la leyenda «El Noble linaje de los Carrió es de mucha antigüedad y nobles hidalgos».
Los escudos fueron retirados en 1995. Por el lado norte tiene adosada una capilla que comunica con el sótano y el bajo. De estilo neogótico, con graciosas ventanas geminadas ojivales, está dedicada a Nuestra Señora de los Dolores. Durante casi todo el siglo XIX albergó el cuerpo incorrupto de Santa Clementina, traído de Roma por el Cardenal Cienfuegos junto con la cabeza de San Justo, soldado y mártir romano, y otras valiosas reliquias que permanecieron en esta capilla hasta finales del XX. La planta principal del palacio se distribuye entre recibidor, tres salones, comedor, una amplia biblioteca, y el acceso a la parte superior de la capilla. Se conserva en buen estado la amplia escalera de madera.


A principios del XVIII la casa solar de Carrió pertenecía a Jerónimo de Carrió y Bernaldo de Quirós, nacido en ella a mediados del siglo anterior. Pertenecían a este señor los derechos de barcaje para cruzar el río Aboño, así como el patronato y presentación de la cercana iglesia parroquial de San Lorenzo, donde tenía derecho de sepultura y asiento preeminente con estrado. Casó con María de Miranda y ambos fueron enterrados en el pavimento del presbiterio, donde se conserva su lápida fechada en 1713.


 Les sucedió su hijo José Jerónimo de Carrió y Miranda, y a éste su hija Bernarda Jacinta de Carrió y Argüelles, bautizada en dicha iglesia el 23 de agosto de 1744. Casó el 20 de agosto de 1775 en la capilla de San Juan Bautista de Carrió, ante el cura de San Lorenzo, con Rodrigo González de Cienfuegos y Velarde, VI conde de Marcel de Peñalba, hermano consanguíneo del Cardenal Francisco Javier de Cienfuegos y Jovellanos, Arzobispo de Sevilla. El Cardenal trajo de Roma las reliquias de Santa Clementina y San Justo y las instaló en la capilla del palacio. En 1786, los condes de Peñalba fueron anfitriones del reverendo Joseph Townsend, quien se refiere a esta finca como «una casa de campo que pertenece a la condesa, y no al conde, pues en España las propiedades de cada uno de los cónyuges se mantienen claramente diferenciadas».


Sucedió a los anteriores su hijo el Brigadier Juan Martín González de Cienfuegos y Carrió, VII Conde de Marcel de Peñalba, fallecido en 1854, que casó con Ana María de Navia Osorio y Cray Winkel, hija de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado. Su hijo Ignacio Javier González de Cienfuegos y Navia Osorio, VIII conde de Marcel de Peñalba poseía la casa en 1878, y poco después la cedió a su hermano Rodrigo. Éste no tuvo hijos, y por su testamento legó el cuerpo de Santa Clementina a la iglesia de Santa María de Luanco. En 1896 sus sobrinos cumplieron la manda trasladando la reliquia a Luanco, donde recibió culto público durante 40 años, hasta que en 1936 fue profanada y destrozada por los marxistas.


Heredó la finca su sobrino Carlos Bernaldo de Quirós y Cienfuegos, hijo de José María Bernaldo de Quirós y Llanes, VI marqués de Campo Sagrado, y de Josefa de Cienfuegos y Navia Osorio. Este propietario reformó totalmente el palacio por los años 1880, y construyó las instalaciones ganaderas, dotadas de los últimos avances técnicos y que fueron inauguradas por la Reina Isabel II. Casó con María de Canga-Argüelles y López-Dóriga, hija del II conde de Canga-Argüelles y biznieta del hacendista y misnistro. Tuvieron doce hijos, entre ellos a José María, que heredó el palacio, a Carlos, que fue Alcalde de Carreño, y a Concepción Bernaldo de Quirós y Canga-Argüelles, que casó con el bibliófilo Roque Pidal y Bernaldo de Quirós, su primo carnal, último particular que poseyó el códice del Poema del Mío Cid.

José María Bernaldo de Quirós y Canga-Argüelles reformó de nuevo el palacio después de la Guerra, encargando el proyecto a Manuel del Busto. Y la última dueña hereditaria fue su hija Magdalena Bernaldo de Quirós y Sela, que lo enajenó en 1995 y falleció en Oviedo el 21 de marzo de 2002. Esta señora donó la cabeza de San Justo y las demás reliquias, imágenes y ajuar de la capilla a la iglesia de San Julián de Somió (Gijón).



El inmueble perteneció después a Hidroeléctrica del Cantábrico y actualmente es propiedad de la cementera Tudela-Veguín, del grupo Masaveu, que lo tiene en un lamentable estado de abandono.

La asociación Hispania Nostra para la defensa del patrimonio cultural español, presidida por S.M. la Reina y filial de Europa Nostra, denuncia que este palacio se encuentra «semiabandonado», «bastante deteriorado», y que «precisa una urgente reparación», por lo que lo ha incluido en su Lista roja de patrimonio en peligro, que «aspira a recoger aquellos elementos del Patrimonio Histórico español que se encuentren sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores».

 Fuente visitada. es.wikipedia.org

MIRADOR DEL FITO - ARRIONDAS

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El Mirador del Fito es un gran desconocido para muchos y una gran experiencia visual y emblemática para todos. Se encuentra en Arriondas, un pequeño pueblo que pertenece al concejo de Parres, fronterizo con Ribadesella, en la parte oriental de Asturias. Un lugar único que permite ver al mismo tiempo cómo el horizonte se hunde en el Cantábrico y el perfil nevado de los Picos de Europa: uno de los miradores más espectaculares de la costa asturiana desde el que se puede ver de un solo vistazo el mar y la montaña.
El mirador del Fito lleva 80 años de servicio para todos los que visitan esta zona del Principado de Asturias. Lo primero que sorprende al viajero que asciende hasta el Fito es, precisamente, el mirador. Inaugurado en 1927, es una especie de ovni de pequeño tamaño del que parece que hubieran descendido los alienígenas y se hubieran dejado puesta la escalera.
Los lugareños lo bautizaron rápidamente como cazu, por su forma de taza. Se construyó para que los turistas que ya frecuentaban la zona pudieran disfrutar de las vistas sin la barrera de los árboles.

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Allá por el año 1925, exactamente el domingo 18 de Octubre, dos coches con varios amigos emprendieron el camino que conduce de Gijón al Alto del Fitu, una vez allí se tomaron fotos y medidas y se acordó la inminente construcción de un Mirador Orientador en tal singular punto. Después de tocar todas las puertas buscando manutención para llevar a cabo tal empresa, y sin no pocos contratiempos se llegó a la cantidad de 11.144,82 de las antiguas pesetas (66,98 euros). Los primeros en aportar dinero fueron: La Diputación con 500 pesetas y los antes mencionados 47,40 pesetas.
Transcurrió el año 1926 y los promotores de tal obra fueron desapareciendo, en Marzo de 1927 el Dr Pimentel, el señor Reigada y otros cuantos reactivan la vieja idea y se ponen manos a la obra. Por carta circular publicada en todos los periódicos de la región se difundió la idea del mirador y se hizo saber que la cuota individual, para donativos, sería de 5 pesetas y la colectiva de 25 pesetas.

Es increíble la respuesta que desde todas las partes de Asturias tuvo tal comunicado: Vegadeo, Allande, Tineo, Cornellana, Pravia, Avilés, Covadonga, Llanes, Oviedo, Caravia, Colunga, Villaviciosa, Arriondas y otros pueblos de Asturias colaboraron siendo Gijón el que aportó el 85% del total de la obra. No todo fueron aportaciones monetarias, otras empresas contribuyeron con materiales como por ejemplo Tudela-Veguín (Oviedo) aportó todo el hormigón, La fábrica de Moreda y Gijón, cedió todo el acero de la construcción, la cantera de Colunga, a través de su dueña Doña Rosa del Valle, aporto toda la arena, el Señor Álvarez facilitó los explosivos. etc. El Ferrocarril de Langreo ayudó a los viajes de los recaudadores por la zona al igual que hizo la empresa de autobuses Cinco Villas y los F.C. de Económicos de Asturias. Mención especial a Francisco Gil, vecino de Gijón, que con su furgoneta 0-3940 subió todo el material al Fitu.
El ingeniero de la obra fue el arquitecto José María Sánchez del Vallado (Oviedo) , que de forma altruista llevo a buen puerto esta empresa. La mayor de las dificultades fue el agua, que estaba a más de un kilómetro pero el ingeniero de la obra, la trajo a “Pie de Mirador”, el ingeniero pasó varios días en la obra dirigiendo y ordenando.

Resumen de gastos:
• Jornales y seguro de obreros: 3216,55
• Hospedaje obreros gijoneses, señor ingeniero, chofer, guardia civil: 1999,25
• Locomoción del señor ingeniero y del pagador: 2316,65 • Material: 522,87
• Vigilancia nocturna: 250
• Barandilla: 300 • Arrastre de materiales: 1704,95
• Viajes de propaganda y recaudación: 161,45
• Hoteles: 100
• Varios: 580 Total: 11.144,82 pesetas.

 Fuentes- www.porsolea.com

              www.arriondas.com
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